Los precios de las gasolinas se fijan por factores internacionales, independientemente de que ese precio lo pague el consumidor o un gobierno con recursos públicos. Incluso, un país que pudiera producir 100% de sus energéticos paga un costo si decide vender esos productos por debajo de sus costos de mercado, y ni hablar si decide venderlos por debajo de sus costos de producción. Durante décadas se reforzó el cuento de Pemex como la empresa de todos los mexicanos con un enorme subsidio a los precios de los energéticos, principalmente las gasolinas. El gobierno federal compensaba la baja productividad, la corrupción y el brutal traspaso de recursos de la petrolera con subsidios a los combustibles. Eso siempre fue un crimen, pero era muy cómodo para todos.
El Economista Pág. 008. Columna Enrique Campos