La comunicación de las reformas fue equivocada. Se vendieron a la opinión pública como la solución a absolutamente todos los males del país. En particular, la de la reforma energética. Se anunció esta reforma como si México fuera una potencia petrolera. Voces anunciando que bajaría el precio de la gasolina y también nuestra factura electrónica. La reforma abrirá el mercado energético a la competencia, lo que resultaría, eventualmente, en una mejora en el bienestar de los consumidores a través de más opciones y mejores precios. Cuando los ciudadanos no vieron de forma inmediata los beneficios prometidos, la reforma se volvió cuestionable.
Fuente: El Financiero Pág. 012. Columna de Valeria Moy