Una caída en los precios del crudo es el único mecanismo realmente global para motivar a los productores a extraer menos petróleo. No siempre funciona: muchas veces, los inversionistas descuentan los desplomes como aberraciones temporales, que no deben afectar sus decisiones de mediano y largo plazos. Pero hoy, con analistas líderes como Bob McNally prediciendo que el precio por barril podría llegar a dígitos individuales, es claro que estamos ante un escenario diferente. Muchos activos petroleros ya tienen costos de producción más altos que los precios de venta. Si los precios bajan aún más, las pérdidas rápidamente pueden volverse calamitosas.
El Economista Pág. 022. Columna Pablo Zárate